martes, 8 de abril de 2014







Tipologías XV: Polivalencia de la arquitectura 
y simbología consecutiva del origen de su función

Dr. Norbert-Bertrand Barbe

            En nuestro trabajo sobre: "The Manhattan Transcripts", referimos una ambivalencia en la concepción del uso alternado de las tipologías, en Bernard Tschumi e en la opción de la arquitectura sostenible y de su regeneración. Citamos el pasaje de nuestro texto (punto 4 de nuestro texto):

"Tschumi escribe, devolviéndonos de nuevo, y más claramente, a Foucault: "La mayoría de las relaciones, por supuesto, quedan entre los dos. Puede usted dormir en su cocina. Y pelear y amar. Estos cambios no son sin significado. Cuando la tipología de una cárcel del siglo XVIII es transformada en un ayuntamiento del siglo XX, el cambio sugiere una declaración crítica sobre estas instituciones. Cuando un loft industrial en Manhattan es transformado en residencia, un cambio similar ocurre, un cambio que es sin lugar a duda muchos menos dramático. Los espacios son calificados por las acciones exactamente como las acciones son calificadas por los espacios. El uno no debe detonar al otro; existen independientemente. Sólo cuando intersectan se afectan mutuamente. Recuerde el experimento de Kuleshov cuando la misma toma de la cara impasiva de un actor es introducida en una variedad de situaciones, y la audiencia lee diferentes expresiones en cada sucesiva yuxtaposición. Lo mismo ocurre en arquitectura: el evento es alterado por cada nuevo espacio. Y vice-versa: al atribuir a un dado, supuestamente "anónimo", espacio un programa contradictorio, el espacio alcanza nuevo niveles de significado. Evento y espacio no se mezclan, sino que se afectan el uno al otro. Similarmente a si la Capilla Sixtina se usará para eventos de salto con garrocha, la arquitectura entonces cesaría de dar a sus usuarios sus acostumbradas buenas intenciones. Durante un tiempo la transgresión sería real y todopoderosa. Pero pronto la transgresión de las expectativas culturales se vuelve aceptada. Igual que los violentos collages surrealistas inspiran una retórica de advertencia, la regla quebrantada es integrada a la vida diaria, sea a través de las motivaciones simbólicas o tecnológicas./ Si la violencia es la metáfora clave, entonces el mero carácter físico de la arquitectura trasciende la metáfora. Hay una profunda sensualidad, un irreductible erotisme en la arquitectura. Esta violencia subyacente varia de acuerdo a las fuerzas que son puestas en juego - fuerzas racionales, fuerzas irracionales. Pueden ser deficientes o excesivas." (en Architecture and Disjunction, Cambridge, Massachusett, MIT Press, 1996, pp. 130-131) La cuestión del cambio de uso de una tipología dada tiene eco en las problemáticas de la regeneración de la ciudad, donde las tesis del urbanismo sostenible plantean, al contrario, reutilizar, con funciones a menudo distintas de las originales, tipologías (en particular industriales, que son las que se encuentran en general en estado de abandono) en lugar de crear nuevas amplificando así el tamaño del crecimiento urbano (v. nuestro artículo sobre: "La Naturaleza como incidente")."

            Sin embargo el planteamiento de Tschumi, la reutilización de las tipologías, históricamente, se ha definido por su poca definición. Tschumi cita el ejemplo de los lofts, podemos agregar, como lo hemos hecho numerosas veces, en particular en nuestro artículo sobre: "La arquitectura nicaragüense y lo simbólico", el uso indiscriminado, tanto en Nicaragua, como en el mundo actual, de los hangares de zinc como arquitectura polivalente.
            En la edad media, Miguel Sobrino ("Arquitectura de la enseñanza: Entre el claustro y el aula", dentro del "Dossier: España: las primeras Universidades", Las aventuras de la Historia, No 163, 2012, pp. 62-65) escribe:

"Espacios polivalentes. Durante el medievo fueron definiéndose, a lo largo de unto proceso, los difrentes tipos arquitectónicos. Hay dos características de la época que impiden una clasificación estricta de esos tipos. Por una parte, la Edad Media hizo suya la idea de espacio polivalente: una salón palaciego podía servir de lugar de recepciones, convertirse en capilla mediante un altar portátil, alojar un banquete instalando mesas y asientos o funcionar como dormitorio tendiendo lechos y cortinajes, y cualquier iglesia rebasaba su papel religioso para acoger reuniones gremiales y concejiles, escenificar fiestas y representaciones teatrales, hacer de marco para las transacciones comerciales... por otra parte, un modelo constructivo podía aplicarse entonces a los más variados fines: valga de ejemplo el esquema de sala rectanfular con techumbre de madera sobre arcos diafragma que, sobre todo en la corona de Aragó, sirvió para construir templos, ayuntamientos, lonjas de comercio, palacios, atarazanas, hospitales...
Con estos confusos mimbres, el aceramiento a una supuesta arquitectura medieval para la enseñanza debe hacerse con prudencia. Y habrá que empezar hablando de las que sin duda fueron sus sedes más antiguas, los monasterios y las catedrales." (pp. 63-64)

            De ello, no sólo remite a la galería claustral:

"desde época visigoda hay constancia de la relación de la pedagogía con los centros religiosos. No había aulas en ellos, pues las clases se impartían, como siguió siendo mucho después, en ciertas capillas o en las galerías claustrales. Complemento tanto de la enseñanza como de la vida monástica era la biblioteca: en los claustros suele existir un hueco, llamado "armariolum", donde se guardaban los libros que los monjes tomaban para leer en la galería del "mandatum", junto al costado de la iglesia, que era la más soledada. Quizá esa galería sirviese para la docencia, combinada con el "scriptorum" donde trabajaban los copistas y que era, junto con la cocina, el único espacio calefactada del cenobio." (p. 64)

            Sino que nos da un ejemplo concreto:

"El aula de teología en Valencia. Pero es en otra catedral donde se conserva el edificio para la enseñanza más notable de nuestra (entiéndase española) Edad Media cristiana. Muy cerca de la primitiva fachada de la Catedral de Valencia se construyó, en el siglo XIV, un aula de teología. Se concibió como un gran espacio cúbico, cubierto por una bóveda estrellada, y con su puerta protegida mediante un pórtico. La ampliación de la catedral destruyó ese pórtico y convirtió el aula en capilla, aunque la nombrada flexibilidad medieval hizo que se utilizase también como sala capitular y como sede para las Cortes del reino.
El aula, hoy llamada capilla del Santo Cáliz, se modificó modernamente al instalarse en ella, a la manera de un retablo, el antiguo trascoro gótico, pero se mantiene en una admirable integridad. Es emocionante contemplar intacta la doble bancada de piedra que rodea la estancia, igual que el púlpito desde donde el maestro impartía sus lecciones." (pp. 64-65)

            Vemos así cómo la arquitectura, si ha sido siempre, históricamente, polivalente, tiene un papel o carácter meramente simbólico, ya que, contrariamente a lo que plantean los tenants de la teoría mal llamada funcionalista, por consiguiente no es cierto que la función define la forma, ni tampoco que forma ni función definen, por choc en retour, los espacios arquitectónicos y sus ambientes, sino que es, meramente, como ocurría en la edad media, según nos relata en su muy interesante artículo Sobrino, y como hemos muchas veces estudiado en el período contemporáneo actual, lo que, por otra parte, está a la vista de cualquiera que tenga ojos para ver,  el uso que se quiere hacer de cualquier espacio que define su orientación, no la configuración previa que tienen el edificio ni sus ambientes. A prueba, en Nicaragua, las casas particulares, alquiladas por bancos y comercios, que, sin modificación sustencial, hacen de cualquier tipología necesaria en el momento, cambiando según el inquilino.
            Dicho de otra forma, la misma arbitrariedad que define el uso de cualquier configuración arquitectónica para que sirva de manera contradictoria y sin haber sido pensada para ello de espacio polivalente, demuestra, más que cualquier discurso u teoría del diseño, que la función no define la forma, y que ésta, aunque marcada por la costumbre, se puede emplear en distintas medidas, unificadas simple y llanamente por lo que el que la usa dice a los demás que es, por ende por el símbolo que, como individuo (el propietario, el inquilino, el usuario) y como sociedad les imponemos en un momento específico.